Sinceramente, yo no recuerdo ese momento preciso en el que supe que la ‘m’ con la ‘a’ decía ‘ma’ y que si juntabas un ‘ma’ a otro ‘ma’ construías una de las palabras que más saldría de mi boca el resto de mi vida.
Tengo vagos recuerdos, como la mayoría de la gente de mi generación, de aquellos cuadernillos Rubio en los que escribías letras por puntos y que siempre, siempre, acababan siendo las últimas más grandes que las primeras.
Yo aprendí a leer con arañas, elefantes, iglesias, ojos y uvas de la cartilla Palau. Ni muy pronto, ni muy tarde: nunca fui de las que destacó académicamente hablando. Y además reconozco que leer me aburría muchísimo. No era de las que se quedaba horas sumergidas en historias de princesas o aventuras. Mi primera cartilla, en ella se explicaba de forma divertida cómo se construían palabras con imágenes con el tiempo y la paciencia de la señorita Filo (era así como se llamaba mi primera señorita) llegamos al final de párvulos sabiendo las vocales jajajaj, eso creo. La recuerdo con cariño, una mujer trabajadora y tozuda, como una persona de muchísimo genio y gran carácter. Cada mañana antes de entrar al cole teníamos que estar bien alineados en la fila, hasta que no se conseguía no se entraba a clase, una vez dentro había que sentarse muy despacio y sin hacer ruido. Nuestro colegio no era como los de ahora, tan solo había una clase y estaba situada en la parte posterior de la casa de la señorita. Había un patio enorme lleno de plantas donde cada recreo jugábamos hasta que el sonido de la sirena nos interrumpía para volver a los quehaceres de la educación. En la entrada un portón de color verde con unas rejas que dejaban entrever lo que en su interior pasaba. Las mañanas se hacían eternas, comíamos en casa y vuelta al cole. Por las tardes hacíamos dos horas más que pasaban enseguida.
Al año siguiente le tocó el turno de la señorita Mento, una mujer muy cariñosa, alta, delgada, con unos ojos azules intensos que te daba cosa mirarlos. Sus manos eran delgadas con unos dedos lardos, desnudos, boca pequeña con dientes alineados y blancos; su cabello moreno siempre recogido por un moño muy bien peinado. Siempre nos esperaba sonriendo y con su dulzura nos acompañaba al pupitre. Estábamos sentados de dos en dos, no recuerdo bien quién tenía a mi derecha pero sí recuerdo a José Miguel que se sentaba en el pupitre de al lado y siempre lloraba a la hora de entrar.
Ahora puedo decir que me gusta leer. Dicen que más vale tarde que nunca….me sumerjo en las historias y la vivo en primera persona. A veces me cuesta volver de ese mundo tan maravilloso y placentero que me hace vivir historias increíbles, amores prohibidos, aventuras trepidantes y por unas horas evadirme de este mundo tan loco.
Laly Ariza
¿CÓMO EMPECÉ A LEER Y ESCRIBIR?
Empecé a escribir cuando tenía dos o tres años , no escribía bien pero
me esforzaba . A medida que me fui haciendo mayor , cada vez ya me enseñaban a
escribir mejor y a corregir pequeñas faltas . Me acuerdo de que en tercero de
primaria , mi letra ya mejoraba . A mi me parece que , cuando somos pequeños ,
nos es mas fácil hablar y escribir que
leer ya que tienes que estar más atento para entender lo que se ha leído . Yo
no me acuerdo de cuando empecé a leer , creo que cuando hacía primaria me
enseñaron a escribir y a leer .
Eduardo Arévalo
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