Hace mucho
tiempo, existió una niña muy muy hermosa demasiado, no quiero decir que la población
sea menos hermosa que ella, pero ella con sus cabellos rizados y tan rubios,
era espectacular, no por ser rubia era el tipo de modelo perfecto, pero casi.
Ella cada mañana
como todas las mozuelas iban al bosque a buscar florecillas, no quiero decir
que no tenía nada mejor que hacer, pero a ella le gustaba y como era su tiempo
libre se dedicaba a aquello. En eso que un día llego a caminar tanto que se perdió
y llego a una cabañita con la Puerta abierta ella decidió entrar.
No quiero decir
que sea una mala educada por entrar sin permiso, pero ella necesita entrar
porque estaba anocheciendo.
Una enorme mesa ocupaba el centro de la hermosa
sala, ricitos vio tres preciosos tazones encima de aquella espectacular mesa, Con
una sopita calentita que olía de maravilla.
Decidido beber del
tazón más grande puesto a que había más, al tomar el primer sorbo se llevo una
leve quemadura en la punta de su diminuta lengua, entonces decidió beber del tazón
mediano con mas precaución, eso no quiere decir que fuera una descuidad, pero a
su sorpresa el tazón mediano estaba también muy caliente demasiado para ella y
se volvió a quemar, pero esta vez solo sus labios. Se cuestiono si intentar beber
del tazón pequeño por si también quemaba. Y exclamo “¡¡este esta deliciosísimo!!”
y se lo acabó y no dejó un un sorbito. Cuando terminó de comer, Ricitos de Oro
sintió ganas de descansar y descubrió tres sillas en la esquina de la sala, una
grande, otra mediana y la última, la más pequeñita de las tres.
Al probar la
silla grande, descubrió que sus pies no tocaban el suelo, por lo que decidió
sentarse en la silla mediana, pero esta era muy ancha para ella. Por último, se
dejó caer en la silla más pequeñita de todas, pero lo hizo con tanta fuerza que
la rompió no por pesar más de lo recomendado sino por la poca fuerza de la
silla. Dentro de la casita pequeña,
también había un cuarto con tres camas. Una grande y ancha, otra mediana y
alta, y una tercera bien pequeñita, también decidió probarlas
Al probar la cama
más grande y ancha, noto que era tan dura que desistió al momento.
Seguidamente, saltó hacia la cama mediana y alta, pero esta también era muy
dura para ella, así que no tuvo más remedio que acostarse a dormir a la cama
más pequeñita de todas. Como la camita era tan suave, la niña se quedó dormida
en poco tiempo.
Al cabo de las horas, llegaron tres hermosos osos
pardos. Eran los verdaderos dueños de la casita: Papá Oso, grande y fuerte,
Mamá Osa, mediana y hermosa, y finalmente, Bebé Oso precioso, pequeñito y
saltarín. Cuando se acercaron a la mesa para desayunar, Papa Oso exclamó
sorprendido: “¡Alguien ha probado mi sopa!”, a lo que Mamá Osa también replicó:
“¡Alguien también ha probado mi sopa!”, y finalmente, el Bebé Oso precioso
terminó por decir entre sollozos: “¡Alguien se ha tomado toda mi sopa!” al
igual que también se dieron cuenta que alguien había probado las sillas de la
familia y la del pequeño oso precioso la habían roto. Los tres osos no sabían
ya qué hacer, estaban tan tristes que decidieron acostarse un rato en sus camas
para descansar y olvidar lo ocurrido.
El
Bebé Oso precioso, al llegar a su camita, pequeña y suave, chilló con todas sus
fuerzas: “¡Alguien está durmiendo en mi cama!”. Ante tanto alboroto, Ricitos de
Oro se despertó asustada, y al ver a los tres osos mirándola se asustó tanto
que salió a toda velocidad por la ventana del cuarto, y tanto corrió la pequeña
niña que en pocos minutos atravesó el bosque y pudo por fin encontrar el camino
de regreso a casa.
ISIAKA
MARI
ISA
ALEJANDRO
GES2 CASTELLANO
5/12/2018
Muy bien redactado. LIKE
ResponEliminaJAJAJAJ MUY DIVERTIDAS LAS FOTOS. Muy buena historia.
ResponEliminaque presocidsad para el teatro que vais
ResponEliminamuy bien hecho
ResponEliminaES MUY ORIGINAL
ResponEliminaLOS LIBROS ME PARECEN INTERESANTES PERO NO TANTO COMOEL NUESTRO SALUDOS MUCHOS ANIMOS
ResponElimina